domingo, 3 de noviembre de 2013

SALIR DEL ARMARIO

SALIR DEL ARMARIO

Los cambios de estación siempre traen bajo el brazo la renovación de elementos en desuso o desubicados. Hay que dejar lugar para retener o alojar lo adecuado, lo nuevo, o simplemente lo que deseamos retener, dejando salir del armario un contenido que ocupa un lugar necesario para nuevos elementos.
Nuestra mente es como un gran armario, en el que –con el tiempo- vamos alojando viejas ideas, conceptos raidos, intenciones y prejuicios pasados de moda; y coincidiendo con determinados periodos de nuestra existencia, debemos renovarlo, para poder admitir lo nuevo, y lo adecuado a esa etapa que comienza.
Si nos empeñamos en conservar las ideas caducadas, no habrá lugar para instalar las frescas.
A veces no es posible sacar de ese armario ciertas prendas que, a pesar de haber sobrepasado con creces el periodo de utilidad, seguimos sintiendo algún nexo que nos une a ellas. En ese caso buscamos un lugar escondido dentro de ese armario y la dejamos olvidada en un rincón; ni la usamos, ni apenas estorba para nuestra necesaria renovación, pero sigue ahí toda la vida, y sólo la vemos con cada cambio, sin cuestionarnos el motivo por el que seguimos conservándola.
Toda renovación requiere un periodo de reflexión para coordinar esos cambios; ya sean ideas, modo de vida, planteamientos arcaicos, etc. Cada uno sabe el tiempo de meditación que precisa, y algunas personas nunca llegan a tomar ninguna decisión, y permanecen ancladas en el pasado, sin posibilidad de avanzar.
Las ideas fijas, la negación al cambio, propicia el enmohecimiento de las neuronas, que al final se pudren, y -junto a todo lo que se deteriora o caduca- acaban en la basura.